viernes, 21 de septiembre de 2007

Suspiros del corazón


Un viernes no hace mucho salí a dar la vuelta por ahí. Para no variar, una de las primeras paradas que hice fue en la universidad, en el centro cultural, con la finalidad de checar si había alguna buena opción, que es casi seguro que siempre la hay, ya sea en el cine, teatro o algun evento musical o performance al aire libre. En esa ocasión y después de revisar la cartelera, decidí que la tarde se la dedicaría a ver una película argentina llamada Suspiros del Corazón. Si bien la sinopsis no se me hizo de lo más atractiva, tengo ya una cierta fijación con la ciudad de Buenos Aires que me hace buscar la más mínima posibilidad de ver algo de ella, ya sea en la tele, en el cine o incluso imaginarmela a través de la lectura. El resultado no pudo ser mejor. La película es buenisisísima, tiene la formula perfecta: personajes bien definidos, satira política latinoamericana y una historia de amor muy bien contada que triunfa contra todo, incluso, contra el capitalismo. Salí del cine feliz, la verdad es que como espectador no puedo pedir más en dos horas de estar sentado en un sillón.


El día continuó con una parada en los mejores tacos de la ciudad de México, los Copacabana, en Dr. Vertiz. Tengo que confesar que aún con todo mi amor por el sur de la ciudad, los de Coapa no se les acercan ni tantito. Pedí mi tradicional costilla con verdurita aparte, y para mi sorpresa, después de enguir la primera mordida de mi taco, en la mesa de junto se sento ni más ni menos que Edgar Vivar, actor mejor conocido por sus personajes en Chespirito como el Botija, Ñoño y el Sr. Barriga. ¡Que tipo tan gordo! su presencia me impidió pedir una segunda orden y me hizo reir discretamente pensando en todos los gorditos de escuela que constantemente son ofendidos gracias a la fama de este icono histriónico.


Con la barriga llena, ergo el corazón contento, tocaba el turno a la fiesta de cumple de mi amiga Lolis. Empezaba la acción cuando mi compa el Caniggia se me acercó discretamente mientras platicaba en el balcón, para decirme en voz baja: Cani, ven un momentito. Sin dilación hice caso a su solicitud y nos dirigimos al interior del departamento. En el camino me comentó: Ya nos vamos a casar la Lolis y yo. Guauuuuuuuu. Llegamos a un cuarto y ahi ya se encontraban reunidos los demás amigos de la pareja, en donde se hizo el anuncio oficial. A partir de ese momento, lo que había empezado en una fiesta de cumpleaños, comenzó a evolucionar en un culto a la felicidad, se repartieron abrazos, palabras de aliento y sonrisas por todos lados. El ambiente se hizo uno junto con los tragos y la música y no paso mucho para que todo el hall se convirtiera en una pista de baile en donde lo mejor de los Cadillacs, Los Autenticos Decadentes y los tacubos y hasta Demoler de unos chicos peruanos, hicieron saltar y cantar a todo pulmon a la concurrencia, incluso por algunos momentos se armó la impresionante viborita. Tanto brincamos esa noche, que hasta la Bren andaba dejando las rodillas.


No recuerdo si la noche habrá terminado a las 3, 4 o 5 de la mañana, solo se que de esos viernes siempre quiero muchos, y más, si como en este, vienen suspiros del corazón incluidos.



Brandon W.

No hay comentarios: